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Para lucir un cutis hermoso, perfectamente unificado, sin brillo ni imperfecciones, es importante elegir bien la base de maquillaje y saber aplicarla. Pero incluso con el producto ideal, un mal gesto puede arruinar tu maquillaje.
Elegir la base adecuada es esencial.
Muchas mujeres no saben qué tono elegir, y este es el principal error con la base de maquillaje.
No elijas un tono más oscuro para lucir mejor, ¡tendrá el efecto contrario!
Para darle calidez a tu rostro, opta por polvos bronceadores.
La base debe tener exactamente el mismo color que tu piel.
Para encontrarlo, pruébalo en la línea de la mandíbula, no en el dorso de la mano.
También presta atención a los subtonos: no elijas un tono rosado si tienes piel dorada.
Es crucial elegir la textura de base que mejor se adapte a tu piel.
Tu piel tiene necesidades, y hay que atenderlas.
Un paso muy importante es hidratarse antes de maquillarse.
Si tu piel es más bien seca, puedes optar por una base líquida hidratante.
En cambio, si tu piel tiende a brillar, elige una base en polvo o matificante.
Todas lo hemos hecho.
Para evitar el efecto máscara, asegúrate de no olvidar aplicar base de maquillaje en el cuello.
No es necesario añadir más producto, lo que podría manchar tu ropa, pero extiende y difumina la base desde el rostro hacia el escote.
Si no lo haces, la línea entre la mandíbula y el cuello será demasiado visible, y dile adiós al efecto natural.
El polvo suelto es ideal para fijar la base y evitar el brillo, ¡pero debes usarlo con moderación!
Si aplicas demasiado producto, corres el riesgo de apelmazar el maquillaje y obtener un rostro rígido.
Las imperfecciones se notarán aún más.
Opta por un polvo translúcido, toma una cantidad muy pequeña y difumínalo bien hacia el exterior del rostro.
Además, ten cuidado de no confundir el polvo bronceador con el rubor: los tonos marrones no te favorecerán como lo haría un rosa o un melocotón.
La base de maquillaje puede aplicarse con los dedos, una esponja o un pincel.
Los dedos absorben el producto, lo que dificulta obtener un resultado uniforme, y las esponjas no son muy higiénicas.
La mejor opción es un pincel, aunque al principio requiera algo de destreza.
Es más higiénico, ofrece un resultado más uniforme (sin marcas de dedos) y es más económico, ya que permite extender bien la base sin desperdiciar producto.
Lo importante es limpiarlo bien después de cada uso.
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